Unión Europea: Diálogo sobre una estrategia para la sociedad civil

Con el objetivo de reforzar el papel de la sociedad civil en los procesos democráticos, la Comisión Europea lanzó un diálogo sobre la estrategia de la UE para fomentar un espacio cívico próspero. En su contribución, Dynamo International destacó la importancia de reconocer a los niños, niñas y jóvenes como actores políticos y cívicos de pleno derecho.

Diálogo estratégico sobre la estrategia de la Unión Europea en materia de sociedad civil: Contribución de Dynamo International

1. Enfoque: Participación y derechos de los niños, niñas y jóvenes

Compromiso: Reconocer a los niños y jóvenes como actores políticos y ciudadanos
Los niños, niñas y jóvenes que viven en situaciones de pobreza y exclusión social son demasiado a menudo tratados como simples beneficiarios de ayuda o como problemas sociales que gestionar. El trabajo social de calle ofrece una alternativa: reconoce a los jóvenes como titulares de derechos, actores comunitarios y agentes de cambio. En el centro de esta visión se encuentra el principio de participación — no como una simple consulta, sino como una implicación real en la transformación de los espacios, políticas y sistemas que influyen en sus vidas.

Las voces de los jóvenes recogidas durante nuestro foro « Palabras de la calle » fueron claras y firmes. Reclaman una inclusión no solo simbólica, sino concreta en las decisiones diarias que afectan su vivienda, educación, seguridad y libertad de expresión. Proponen acciones concretas: servicios públicos gratuitos, espacios públicos inclusivos y acogedores, estructuras de apoyo contra el acoso y un sistema educativo más equitativo. Estas reivindicaciones reflejan una conciencia aguda de las desigualdades estructurales y un deseo de co-construir soluciones.

El compromiso debe integrarse desde el nivel local hasta el europeo. Esto incluye:

  • Reconocer los espacios de educación informal y no formal (como los creados por el trabajo social de calle) como marcos legítimos para la participación y el desarrollo de los jóvenes.
  • Incluir las voces de los jóvenes en el diálogo público sobre el urbanismo, la reforma educativa y la lucha contra las discriminaciones.
  • Apoyar las iniciativas dirigidas por pares y organizadas por jóvenes, que a menudo ofrecen espacios seguros y valorativos, inaccesibles de otra forma para los jóvenes marginados.

2. Protección: Hacer efectivos los derechos en contextos de calle y marginación

A pesar de los compromisos internacionales a favor de los derechos de la infancia, en particular los inscritos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, la realidad sobre el terreno está con demasiada frecuencia marcada por la negligencia sistémica y la discriminación. Los niños en situación de calle, los jóvenes sin documentación y aquellos provenientes de comunidades estigmatizadas frecuentemente se ven negados el acceso a la educación, la vivienda, la atención sanitaria y la protección.

La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto estas fracturas. Los confinamientos criminalizaron la visibilidad: estar presente en el espacio público se volvió punible para quienes no tenían un refugio privado. Los niños fuera del sistema escolar también quedaron desconectados de los sistemas de protección, del apoyo en salud mental y de los recursos comunitarios. El aprendizaje digital reforzó la exclusión para quienes no tenían ni conexión ni equipamiento — una realidad reflejada en las demandas de los jóvenes por Wi-Fi público gratuito, educación cercana y acceso equitativo a las oportunidades.

En este contexto, los trabajadores sociales se han comportado como verdaderos defensores de los derechos humanos. A menudo representan la única presencia constante en la vida de los niños en situación de precariedad, abogando por sus necesidades y velando para que sus derechos no se pierdan en la burocracia o la inacción.

Hacemos un llamado a :

  • Una protección jurídica e institucional para los niños en situación de calle, independientemente de su situación migratoria o administrativa.
  • Mandatos claros para el trabajo social de calle, basados en un enfoque de derechos y diferenciados de los marcos relacionados con la seguridad o el orden público.
  • Apoyo a las organizaciones de la sociedad civil de calle y de proximidad, que están más cerca de los jóvenes vulnerables pero que a menudo son las más expuestas a la falta de financiación o a la represión política.

Un marco de protección sólido debe priorizar la autonomía, la dignidad y el bienestar a largo plazo de los niños, y no la vigilancia, el castigo o la exclusión.

Asimismo, proponemos que en cada país:

  • Un organismo independiente, como un Defensor de los Derechos del Niño, sea encargado de velar por los derechos de la infancia. Este organismo independiente debe prestar especial atención al fenómeno de los niños en situación de calle y a las violaciones de sus derechos.
  • También debería crear espacios de diálogo y consulta que reúnan a los niños, a las organizaciones de base, las autoridades locales, nacionales e internacionales, con el objetivo de implementar concretamente la Convención sobre los Derechos del Niño.
  •  Que todos los gobiernos implicados, así como las autoridades nacionales, regionales y europeas, tomen en cuenta la Observación General Nº 21 sobre los niños en situación de calle, publicada el 21 de junio de 2017 por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas en Ginebra.

3. Apoyo y Entornos Favorables: Crear las condiciones estructurales para la participación y los derechos

Los derechos y la participación no pueden garantizarse de forma aislada. Requieren entornos estables, inclusivos y diseñados deliberadamente para eliminar las barreras estructurales. Esto incluye los espacios físicos, los marcos institucionales y los recursos materiales.
Los jóvenes presentes en el Foro expresaron una visión clara: espacios públicos seguros y acogedores, centros juveniles, jardines urbanos, instalaciones deportivas e incluso lugares simbólicos de alegría como los skateparks, los conciertos y los eventos comunitarios. Estas propuestas no son ingenuas; reflejan un deseo de vivir plenamente, libremente y con dignidad.

Para apoyar tales aspiraciones, los Estados miembros y las instituciones europeas deben:

  • Invertir en infraestructuras públicas adaptadas a la juventud, inclusivas para las niñas, los jóvenes migrantes, los jóvenes LGBTQ+ y los jóvenes en situación de calle.
    • Garantizar una financiación sostenible, flexible y a largo plazo para las organizaciones comunitarias, incluidas aquellas que operan en contextos informales.
    • Asegurar que las transiciones digitales no excluyan a las personas sin acceso, manteniendo puntos de acceso físicos a los servicios y a la información.
    • Reconocer las contribuciones de los niños, niñas y jóvenes en la vigilancia del espacio cívico, la defensa de los derechos y la construcción de la vida democrática.

Conclusión: De la presencia al poder

El trabajo social de calle ha demostrado que la proximidad, la confianza y el compromiso a largo plazo pueden transformar vidas y comunidades. Cuando los jóvenes, especialmente aquellos relegados a los márgenes, tienen un espacio para actuar, no se limitan a expresar necesidades: imaginan futuros.
No piden caridad; exigen equidad, acceso y respeto.
Participación y protección no son caminos paralelos: están profundamente interrelacionados.
El camino a seguir debe reforzar ambas dimensiones:
• defender el espacio cívico en el que se mueven los jóvenes y sus aliados,
• y crear vías estructurales para que sus voces contribuyan a construir el futuro.